Al revés el mundo.


Si pones la palabra mundo al revés resulta casi impronunciable y por supuesto carece de sentido. Tal vez no para un sueco o un noruego que juntan consonantes como si fueran gratis. Va a ser verdad eso de que son de otro odnum.
Pero seguro que os habéis dado cuenta y espero no haceros ningún spoiler: el mundo está del revés. ¿Verdad? Y lo peor es que nos estamos acostumbrando a verlo todo así, patas arriba, y como dice Cabrales, "ya no sé si el mundo está al revés o soy yo el que está cabeza abajo". No voy a meterme en política, ni economía, ni religión, ni fútbol, ni política (creo que ya lo he dicho). No. No porque cabeza abajo cuesta más escribir y me llevaría un buen rato. Será algo más del día a día, de andar por casa. 


Hace un tiempo que estoy estudiando, más que nunca por cierto, y han sido muchas las veces que me he preguntado a mí mismo porqué lo hacía y para qué. Al final, prácticamente todo lo que hacemos es con un propósito concreto y no suele ser un fin en sí mismo. Así nos lo han enseñado, "estudia para que el día de mañana seas algo en la vida". Gran frase. Algo no, alguien, por favor. Creo que tengo la respuesta para mi propia pregunta y estoy bastante satisfecho porque al fin y al cabo estoy dando solución a mi propia inquietud y eso me genera cierta satisfacción. A su vez, la gran mayoría de las cosas que hacemos o de los proyectos que emprendemos repercuten directamente sobre nosotros mismos ya sea de forma positiva o negativa, y en un gran porcentaje ese es el propósito, que incida directa y únicamente sobre nuestra persona, y/o bolsillo.

¿Y si lo que hiciéramos fuera en y para el benéfico de otro? Mmm. ¿Y si mi formación académica pudiera ponerse al servicio de otros? ¿Tendría otro valor? Podría ser que lo que hago, los bienes que administro fueran puestos para el bienestar de otros y de igual manera mis capacidades, y todo esto siguiera teniendo el mismo valor que si fuera entregado para mi propia causa. No hablo de altruismo, hablo de sacrificio. Estoy un poquito cansado de ver "cachitas" que pueden cargar kilos de pesas pero no son capaces de coger la bolsa de la compra. Ya ni siquiera se miran al ombligo porque les cuesta mucho trabajo. Poca capacidad de sufrimiento. ¿Para qué haces tanto ejercicio? ¿Vas a ayudarnos a descargar? ¿Vas a llevarme en brazos? Podrías. Pero no. Ponte fuerte, el ego pesa mucho.

Conozco a uno que administraba los impuestos de todo un imperio y se levantó de su silla para hacer un camino desprovisto de la seguridad que le ofrecía su posición en pos de un bien mayor. Conozco a otro, un padre de familia que abandonó su bien remunerado puesto de trabajo para aceptar otro que él no había escogido y se formó durante cuatro años para desarrollarlo adecuadamente. Otro que construyó una preciosa casa en el campo para él y su futura esposa, en la cual nunca vivieron sino que se mudaron a la ciudad donde entendieron podían ayudar a los que les rodeaban. Y aún uno, un humilde carpintero que fue castigado injustamente y cargó sobre sus hombros con la culpa de otros. Todos ellos aceptaron un reto, un cambio para el cual no se habían preparado, rechazando lo que sabían o poseían por causa de algo nuevo, intangible pero no inalcanzable, esperanzados y a la vez temerosos. Sacrificaron algo, puede que todo. Solo uno de estos sabía con certeza lo que le esperaba y aún así aceptó. El carpintero, que también escogió la madera con la que iba a cargar y en la que iba a ser crucificado. 

El mundo, el mundo está al revés.

Comentarios

Entradas populares