A corazón abierto.


Hace algo más de un año escuchaba la radio en el coche. Era la hora del avance informativo y de los titulares. Otro día cualquiera con las mismas noticas de siempre: el tráfico, la corrupción, los políticos, la corrupción de los políticos, los enfrentamientos armados, etc. A veces pienso que nos hemos cauterizado ante la realidad que nos rodea, pero siempre hay algo que me demuestra que aún queda algo de humanidad en el ser humano. O no, según. "Un bebé encontrado en la basura en Mejorada del Campo". Lo recuerdo como si fuera ayer. Me estremecí. Dios mío, ¿por qué? Enseguida, el periodista, se apresuró a informar del estado del bebé. Estaba en el hospital y estaba vivo. Vivo.

Como había dicho iba conduciendo, así que sin saber cómo ni porqué (tal vez sí) detuve la marcha y busqué en internet el teléfono de la emisora que estaba escuchando. Llamé para interesarme por el bebé. La persona al otro lado del teléfono estaba perpleja; desde que habían dado la noticia habían recibido al menos diez llamadas interesándose por el estado de aquel niño. Me agradeció la llamada y me facilitó algo de información. Aún no me explico cómo hice tan rápido para comunicarme con el hospital y después con el instituto del menor. Había algo en esa historia que me hacía arder desde dentro: una mezcla de rabia, impotencia e incomprensión. Pero también había un profundo sentimiento de ternura hacia aquel niño, por las personas que lo encontraron, y de lastima por aquella madre "carente de afecto" como se la ha denominado recientemente. "El pequeño está en el hospital, no le puedo decir mucho más, salvo que ya hay una familia que se hará cargo de él cuando se resuelva todo".

No entiendo. No tengo respuesta y soy incapaz de crear una por mí mismo tan solo para calmar mi propia frustración. Es cierto que lo veo a diario por televisión, como el hombre destruye todo a su paso, su entorno, los animales y a su propia especie, pero sigo preguntándome por qué. Aquello de homo homini lupus es tan real que da escalofríos. Tal vez verlo de tan cerca genera en mí esa inquietud mayor. Por ejemplo, desde que tenemos una perrita en casa se ha hecho más cruel para mis ojos ver los cientos de casos de maltrato que sufren los animales domésticos. ¿Cómo gestiona uno tanto dolor? ¿Como puede vivir el ser humano sumido en el dolor? ¿Puede alguien infringir dolor a otra persona y no tener consecuencias para sí mismo? No hablo de justicia, si no de conciencia.

<< Con la voz quebrada y casi sin posibilidad de entender lo que decía, la mujer ha manifestado lo siguiente: "Pido perdón, estoy muy arrepentida por lo que he hecho, lo más importante son mis hijos que un día me puedan conceder el perdón. Fue una barbaridad, pero no quiero perder a mi niño". >>
Creo que hay personas que cargan durante toda su vida con el dolor. Algunas se han acostumbrado de tal manera a él que su carácter se ha agriado y ya no son ellos mismos si no que su dolor les ha enajenado. Conviven con una enfermedad permanente, una dolencia que se va agravando con el tiempo, o en el peor de los casos su alma sufrió tanto dolor que nunca se han recuperado. Ellos se preguntarán: ¿por que a mí? Seguro que tú has sufrido. Yo he sufrido. Y lo siento, pero es posible que vuelvas a sufrir, que volvamos a sufrir. Es tan posible como que es poco probable que nunca más vuelvas a sufrir. Es cierto que también existen otro tipo de personas que sufren, viven doloridas, y usan su sufrimiento para entender el de otros, mostrándoles sus cicatrices para hacer ver que la piel cubre la herida abierta.

<<¡No te soltaré hasta que me bendigas!>> ¿Cuanto dolor puede resistir el cuerpo humano? Científicamente hay un límite en el que el ser humano pierde el conocimiento y puede llegar a morir por el daño sufrido, lo que se conoce como "umbral del dolor". Y, ¿que hay del dolor espiritual, el que quema por dentro y no te deja dormir? Jacob anduvo por el mundo saltándose las normas, viendo donde podía pisar sin mancharse demasiado e intentado plantarse donde no le correspondía. El suplantador. Tiempo después andaría cojo tras un combate que le marcaría para siempre. Herido en su pierna quedó cojo de por vida. Hay otra definición para el nombre de Jacob y es la de "Dios ha sostenido". Tú no puedes caminar por ti mismo, Dios te sostendrá. Aquella noche en la que Jacob peleo con un hombre que le salió al encuentro sería la última noche de Jacob y el primer amanecer de un nuevo hombre. Era como un combate a muerte, y ninguno de los dos se iría de allí con las manos vacías.

No pretendo arreglarme la vida, ni arreglártela a ti si estás sufriendo ahora. Pero sí te pido que mires tus cicatrices y te preguntes: ¿Dios me ha sostenido? ¿Hay piel nueva cubriendo mis viejas heridas? Si es así, ¡guau! Sufriste dolor, claro, ahí está reflejado. Pero, ¡mírate! Aún puedes seguir peleando toda la noche hasta conseguir tu bendición.
¿Aún hay sangre brotando? Mira a la cruz, al hombre allí clavado, mira sus muñecas traspasadas. ¡Que dolor tan horrible! Fue por ti. Fue abandonado para que tú fueras rescatado. Rescatado del dolor de tu alma, de tus heridas abiertas. El dolor es inevitable, pero su amor es infalible.

Comentarios

Entradas populares