Job, una mirada ante el sufrimiento

Introducción. La relación con el dolor

En la mayoría de los países desarrollados se acepta de manera general que evitar el sufrimiento en la vida es un objetivo primario y respetado[1]. Aun así, no siempre existe esta posibilidad y se hace evidente la necesidad de tratar el dolor y las consecuencias tan a menudo traumáticas que este ha producido. Porque si bien el sufrimiento es uno de los pocos aspectos de la vida que le toca a todo el mundo, lo cierto es que sus características, causas y desarrollos son tan amplios que debe tratarse igualmente desde diferentes prismas para poder abarcar toda su complejidad. Si sufrimos un traumatismo grave en una pierna, de ninguna manera se aceptaría que nos pusieran una tirita y nos mandaran a casa. Tampoco, si nos diagnostican un cáncer, aceptaríamos que simplemente nos trataran con paracetamol. Y a menudo, cuando los problemas de salud son de carácter psicológico y/o espiritual, no siempre se abordan adecuadamente. La pregunta que surge entonces viene a ser: ¿Cómo sanar el alma? ¿Cómo atendemos a las víctimas de traumas graves cuyo sufrimiento va más allá del dolor físico?

La relación del ser humano con el dolor y los medios de los que dispone para sofocarlo no puede relegarse únicamente a una labor médica. “El médico se esfuerza por salvar la vida de los pacientes. Pero, si al mismo tiempo no logra hacerles conocer el medio de triunfar a las dificultades con que más tarde tropezarán, su obra permanece inacabada. Cuidar al enfermo es ayudar a nuestros pacientes a que resuelvan sus problemas de vida, y demasiadas veces esa solución sólo se halla en el terreno espiritual”[2].

En este aspecto, la Biblia ha sido históricamente el recurso principal del cristianismo para abordar las preocupaciones más hondas y urgentes del ser humano, para acudir a ella desde el sufrimiento no solo esperando encontrar respuestas sino para ser radiografiados por ella. Para tal cosa es necesaria la apertura al conjunto de la Biblia para que esta incida en puntos medulares de la revelación sobre el Dios de nuestra fe, también en el asunto del sufrimiento y la forma en que ayudar a los que sufren[3] desde la convicción que “únicamente la Biblia nos da una verdadera respuesta al incomprensible misterio del sufrimiento”[4].

El libro de Job trata sobre la relación entre el sufrimiento humano y la justicia divina[5]. En medio de un sufrimiento inimaginable, Job se enfrentó a preguntas sobre el propósito y el sentido de su sufrimiento. En este artículo exploraremos el valor del libro de Job como un recurso para el asesoramiento y acompañamiento de víctimas de traumas graves.

 

Job: paradigma y modelo

Partiendo desde la premisa que el libro de Job puede ser una fuente rica y compleja para la consejería de víctimas de traumas graves, ya que aborda cuestiones fundamentales relacionadas con el sufrimiento humano, la justicia divina y la resiliencia del espíritu humano, podemos considerar su valor en este contexto para tratar las siguientes cuestiones de importancia fundamental:

El sufrimiento inocente

Job es un ejemplo paradigmático del sufrimiento inocente[6], lo que desafía la noción simplista de que todo sufrimiento es consecuencia directa del pecado personal. Job es descrito como un hombre recto que sufre intensamente, desafiando la teoría tradicional[7] de la retribución. Esta perspectiva puede ser reconfortante para las víctimas de traumas, quienes a menudo luchan con la pregunta "¿por qué a mí?" y pueden sentirse injustamente castigados[8]. Reconocer que el sufrimiento puede ocurrir sin culpa puede ayudar a aliviar la carga de la autoinculpación y abrir un espacio para la sanación.

La honestidad en la expresión del dolor

Job no esconde su dolor ni su frustración, sino que los expresa abiertamente (26-31). Además, a pesar de su angustia, nunca pierde la esperanza sino que expresa su deseo de encontrarse con Dios y de ser vindicado[9]. Esta actitud de esperanza frente al sufrimiento puede ser una fuente de consuelo para las víctimas de traumas severos. Pero enfatizaremos el valor de la expresión del dolor. Esto valida las emociones de las víctimas de traumas y les da permiso para expresar su propio dolor y confusión. La consejería puede fomentar un ambiente donde sea seguro para las víctimas hablar honestamente de sus experiencias y sentimientos.

La relación con Dios en medio del sufrimiento

A pesar de su sufrimiento, Job busca mantener una comunicación con Dios, lo que sugiere que la fe puede persistir incluso en las circunstancias más difíciles. En el texto de Job, Dios es presentado como una figura soberana y misteriosa que permite el sufrimiento de Job[10]. A través de los discursos divinos, se revela que el plan de Dios y su justicia trascienden la comprensión humana[11]. Para las víctimas de traumas, explorar su relación con Dios puede ser un aspecto crucial de su proceso de recuperación, ya sea que encuentren consuelo en su fe o que luchen con dudas y preguntas.

El cuestionamiento de respuestas simplistas

El libro de Job cuestiona la teoría de la retribución exacta como explicación del sufrimiento. Esta imagen está bien representada por los amigos de Job quienes juegan un papel crucial en la obra, representando la visión simplista que vincula directamente el sufrimiento con el pecado. Sus discursos ponen de relieve la necesidad de una comprensión más profunda y matizada del sufrimiento humano. El libro de Job desafía las respuestas simplistas al sufrimiento y nos invita a explorar preguntas difíciles sobre el propósito del dolor y la justicia divina[12]. Job cuestiona a Dios y busca respuestas y comprensión en medio de su angustia[13]. A través de esta exploración, el libro ofrece una visión profunda y conmovedora del sufrimiento humano y la búsqueda de significado en tiempos difíciles. En la consejería, es importante desafiar estas nociones simplistas que vinculan automáticamente el sufrimiento con el castigo divino como ya hemos comentado anteriormente.

Fe en medio de la adversidad

A pesar de sus circunstancias, el texto nos muestra como Job nunca pierde la fe en Dios[14]. Esta actitud puede inspirar a las personas a mantener su fe en medio de la adversidad. La fe de Job en medio de su sufrimiento es un ejemplo poderoso para las víctimas de traumas severos.

¿Cómo desafía el libro de Job el concepto de fe desinteresada en Dios?

Este me resulta un tema especialmente interesante. El libro de Job presenta una narrativa en la que el protagonista soporta un sufrimiento extremo y se ve obligado a confrontar la naturaleza de su relación con Dios. De inicio esto desafía el concepto de fe desinteresada en Dios. Partimos de que Job es representado como un modelo de piedad y paciencia, aceptando sus desgracias sin quejarse, como se refleja en las sumisas palabras que pronuncia en el prólogo, que a menudo se citan en los ritos funerarios (1,21). Sin embargo, a medida que su sufrimiento se intensifica, la paciencia de Job da paso al dolor, la ira y la impaciencia, que lo llevan a un compromiso más confrontativo con Dios. Este cambio sugiere que, si bien la resistencia paciente puede ser admirable, no es la única respuesta válida al sufrimiento, y que un encuentro genuino con Dios puede surgir de la expresión plena de la propia angustia y cuestionamiento.

David Clines resume el mensaje del libro aconsejando que se debe dejar que el paciente Job sea un modelo durante el mayor tiempo posible, pero cuando el sufrimiento se vuelve insoportable, no se debe dudar en dejar que el dolor y la frustración los conduzcan a Dios ya que, en última instancia, Dios se convierte en la fuente del sufrimiento, y sólo a través del encuentro con él podemos encontrar alivio a la angustia[15]. Esta perspectiva desafía la noción de fe desinteresada como una aceptación pasiva del sufrimiento y, en cambio, reconoce la complejidad de las emociones humanas y la legitimidad de cuestionar a Dios frente a un dolor inexplicable.

 

Comprendiendo el trauma. Realidad y aceptación

Para comprender plenamente el valor del libro de Job en el asesoramiento de víctimas traumadas, es importante tener una comprensión clara de lo que constituye el trauma y cómo afecta a las personas. El trauma severo puede ser el resultado de eventos como abuso físico, sexual o emocional, violencia, desastres naturales, accidentes graves, enfermedad o cualquier experiencia que cause una amenaza inmediata para la vida o la integridad física y emocional de una persona. Sea cual sea la situación traumática experimentada puede tener un impacto significativo en la vida de las personas, afectando su bienestar emocional, físico y espiritual. Las víctimas de trauma a menudo experimentan síntomas como ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático, dificultades para confiar en los demás y una sensación de pérdida de control sobre sus vidas. Es fundamental abordar estos aspectos en el asesoramiento de víctimas de trauma severo y ayudarles a encontrar formas de sanar y reconstruir sus vidas.

Decía C.S. Lewis en uno de los libros más conmovedores que he leído, que “hace falta mucha paciencia para aguantar a esa gente que dice: “La muerte no existe” o “la muerte no importa”. La muerte claro que existe, y sea su existencia del tipo que sea, importa. Y ocurra lo que ocurra tiene consecuencias, y tanto ella como sus consecuencias son irrevocables e irreversibles”[16].

La Biblia afirma de principio a fin que el sufrimiento y la presencia del mal son características propias de nuestro mundo[17]. Pero de igual modo afirma y nos afirma en la plena certeza de la esperanza que nos proporciona Jesucristo, y su cruz, y su muerte y su resurrección. Porque tan cierto como que el problema del sufrimiento, junto con el del mal, nunca ha cesado de atormentar al ser humano, así de cierto es que nadie ha podido aproximarse a él, tratarlo ni aun darle solución como ocurre en la figura de Jesús de Nazaret. Jesús nunca trató el tema del sufrimiento en términos abstractos, como si fuera una teoría, una doctrina o una proposición filosófica: Jesús contaba historias, iba al encuentro de los enfermos y los sanaba. Él mismo vivió y sufrió. Jesús aparece en un mundo abstracto pero su mensaje es concreto. Responde ante el dolor y el sufrimiento de manera activa, obrando, interviniendo.

Como el tema que nos ocupa es sobre el valor del libro de Job como herramienta para la consejería de víctimas de traumas graves, podemos observar que, según la lectura más tradicional del texto, Job expresa un rechazo de sí mismo y se muestra arrepentido de haber cuestionado a Dios por su sufrimiento, y de algún modo puede interpretarse como una capitulación de parte de Job ante los argumentos de Dios. Paul Tournier, médico y psicólogo cristiano, describe como una paciente vivía atormentada, se sentía perseguida incesantemente, derrotada por la idea de que la muerte de su marido era el castigo por sus errores[18].

Sin embargo, y como sugiere Pedro Zamora, la reacción de Job no presenta síntomas de derrota sino más bien el resultado de haber encontrado consuelo y paz en las palabras de Dios[19]. En otras palabras, Job está llegando a un estado de tranquilidad y aceptación de su situación después de haber escuchado a Dios. Esta nueva perspectiva puede cambiar la interpretación del libro en su conjunto y el uso que podamos hacer de él para ayudar a las personas que sufren, poniendo el foco no en la corrección de parte de Dios hacia Job, ni aun en la idea del sufrimiento como castigo o la retribución, sino en la idea de que Job encontró consuelo y paz en la presencia y palabras de Dios. Así las cosas se podría sugerir que el libro de Job trata menos de la corrección de un hombre equivocado y más del proceso de un hombre que sufre encontrando consuelo en su relación con Dios, incluso en medio de sufrimientos incomprensibles.

Por ser cierto no deja de poder resultarnos cruel la idea de que a pesar de las más hermosas experiencias espirituales, subsisten en toda vida sufrimientos que Dios no mitiga; “no hay vida alguna que se halle exenta de sufrimiento”[20]. El libro de las Lamentaciones recoge un sentimiento de repulsa particularmente significativo hacia Dios cuando dice “el Señor nos ha tratado como un enemigo” (Lm. 2,5). “¿Por qué escondes tu rostro y me cuentas por tu enemigo?”[21] (Job 13,24).

Ante esto, apunta Emmanuel Buch, pastor, profesor y teólogo, que “cualquiera podría tomarse unas copas de autocompasión lastimera acodado en la barra de un bar, entregarse en brazos de la amargura -esa forma de resentimiento contra la vida que se nos revela injusta-, pasar de la autocompasión amarga a la amargura autocompasiva, en una pendiente resbaladiza que desemboca en el vertedero del alma, en el desánimo absoluto, en la victoria cruel de todos nuestros aguijones. Merece la pena explorar un camino distinto que no pretende engañar a nadie ni despertar falsas esperanzas porque el aguijón sigue ahí y se queda, pero es atractivo porque promete fruto, provecho, creatividad, cuando es transitado de la mano de Dios. El apóstol Pablo lo experimentó en primera persona del lado del aguijón y del lado de la provisión de Dios en respuesta a su clamor: “Tres veces he rogado al Señor, que lo quité de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2ª Corintios. 12,8-10). “Bástate mi gracia”. Gracia para ser paciente. ¿Sólo eso? ¿Nada más? No es poca cosa aceptar la realidad sin ira ni rencor, hacía nada ni nadie, tampoco hacia Dios. También es un milagro, modesto pero poderoso, convivir a diario con el aguijón sin desesperar, sostenido por una paciencia que no es meramente la actitud inevitable del que tiene que “resignarse”, una paciencia que tiene su origen en Dios, que nos alcanza como un regalo del Espíritu (Gál.5,22). Esa paciencia no nos hace ciegos al aguijón pero nos permite vivir con sosiego en medio del quebranto”[22].

De manera similar lo manifiesta Job en 19,25-27, donde expresa su confianza en que su "redentor vive" y que será vindicado por él, algo que puede ofrecer esperanza y consuelo a quienes buscan sentido y justicia en medio de su sufrimiento. “La esperanza de Job será sellada por la visión de Dios: “Yo mismo lo veré”. No como a un enemigo y ni siquiera como a un extraño, sino como a un amigo, alguien cercano; esta esperanza lo hace feliz en medio de sus tribulaciones”[23]. Proverbios nos recuerda que “siete veces cae el justo, y siete veces se levanta” (Proverbios 24,16). Aquí se da por sentado que el justo, como Job, va a caer, va a sufrir, va a pasar por sufrimientos. Lo que diferencia al justo de los demás no es que uno cae y el otro no, sino la capacidad de resiliencia y de levantarse que tiene el justo.

“Así pues, la respuesta cristiana al problema del sufrimiento es la aceptación. La resignación es pasiva, la aceptación es activa. La resignación abandona la lucha contra el sufrimiento, la aceptación lucha sin desfallecimiento pero también sin rebeldía. Luchar contra el sufrimiento es combatir con Dios. Aceptar el sufrimiento es ofrecerlo a Dios. No hay más noble tarea para el médico como la de ayudar a su paciente a que acepte su vida y su sufrimiento”[24].

 

Encuentro con el dolor, encuentro con el otro

Siempre me resulta conmovedora la reflexión que hace el pastor Emmanuel Buch sobre el dolor del prójimo y la respuesta o la acción de ayuda frente a ese dolor: “Quien sufre, por cualquier motivo, es otro como yo. No es menos que yo. En ningún sentido. Recordarlo nos guardará de la tentación de superioridad, de cierto orgullo latente que merodea en toda relación de ayuda, nos guardará de una práctica que gira alrededor de la vocación profesional y aun ministerial para centrarlo en la persona que sufre. Así lo advierte Norbert Elías, médico, psicólogo, filósofo y sociólogo, referido al contexto sanitario pero aplicable a todas las relaciones de ayuda: “el cuidado de los órganos de las personas se antepone a veces al cuidado de las personas mismas”[25]. Esa práctica limitada supone una merma en el desarrollo vocacional del ayudador y en la atención que el doliente necesita”[26].

“El cristiano es, ante el sufrimiento de otros, el hombre llamado por Dios a través de la fe para ir en ayuda de otros y aliviar su sufrimiento”[27]. Los amigos o la esposa de Job serían la antítesis de lo que nos refiere Jesús en las parábolas del Buen samaritano y del Buen pastor, ejemplos de tremenda importancia para un médico o terapeuta.

De nuevo la postura de Buch es significativa y aporta luz y claridad al respecto: “Al contrario de esas malas prácticas, ayudar significa nada más y nada menos que “saber estar”: comprometerse con el doliente, acompañarle, decirle: “me quedo contigo”. “El principio y el final de toda compasión es dar la vida por el otro. ¿Quién puede salvar a un niño de una casa en llamas sin ponerse en peligro de ser abrasado por ellas? ¿Quién puede escuchar una historia de soledad y desesperación sin arriesgarse a experimentar penas semejantes en su propio corazón? Falsa ilusión es aquella que piensa que alguien puede ser sacado del desierto por quien nunca estuvo en él”[28]. El ayudador no puede cargar el quebranto del otro pero sí puede condolerse, sentirlo como propio y al compartirlo, aliviarlo en el otro. Dicho en palabras concretas: “No sé qué decir, no sé qué puedo hacer, pero aquí está mi teléfono, cuenta conmigo”[29].

Inicialmente esta fue la actitud de los amigos de Job, que habían venido a condolerse junto a él y a consolarle, y que se sentaron junto con él en el suelo y estuvieron siete días y siente noches sin articular palabra viendo su terrible sufrimiento (2,11-13). Pero pronto pasaron a culpabilizar a su amigo de su calamidad, minimizando entonces su dolor y dejando de ver en su rostro a otro como ellos, digno de merecer compasión.

 

Consideraciones finales

Decía Paul Tournier que aunque en sus orígenes la medicina estaba íntimamente ligada a la religión, posteriormente, y en buena medida a causa del desarrollo de la ciencia moderna, se había convertido en algo neutral, al menos aparentemente ya que esta neutralidad la dejaba a merced de las presiones políticas y sociales[30]. Y es de suma importancia exponer aquí como “el evangelio ha traído consigo una transformación completa del problema del sufrimiento. Despreciado y visto como una carga insoportable en el mundo antiguo (y también en nuestra modernidad), el sufrimiento ahora se pone al otro lado de la balanza, cuando los que sufren son aquellos a los que Dios ama”[31].

“Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán consolados” (Mt. 5,4). Porque como expresa Job, mi Gō´ēl está vivo, por eso mismo actuará en favor de los que ama. Y lo hará, y aquí está la clave, no como una simple promesa del más allá, sino también como prioridad de Dios para la vida del que sufre aquí y ahora. El horizonte no es solo un futurible, sino también una dirección hacia donde avanzar. Avancemos en esa dirección, sentados junto al doliente.

 

La vida te será más clara que el
    mediodía;
Aunque oscureciere, será como la
    mañana.
Tendrás confianza, porque hay
    esperanza.
Mirarás alrededor, y dormirás seguro[32].

                                              Job 11,17





Este artículo es un intento de poner en valor el libro de Job como herramienta para la consejería de víctimas de trauma, enfermos y pacientes de medicos y/o psicólogos cristianos y su inclusión en una revista especilizada. No tiene ninguna pretensión clínica, sino que es parte de la reflexión teológica y el desarollo académico.

[1] J. Piper, J. Taylor (ed.), El sufrimiento y la soberanía de Dios, Editorial Portavoz, 2008, p.115.

[2] P. Tournier, Medicina para la persona, Publicaciones Andamio, Barcelona 1996, p.14.

[3] G. Gutiérrez, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, Ediciones Sígueme, Salamanca 1986, pp. 24-25.

[4] P. Tournier, op.cit. 1996, p.154.

[5] El libro de Job tiene algo que decir sobre los problemas del mal y el sufrimiento, pero no ofrece explicaciones. Es una teodicea de una manera poco formal: nos habla de Dios pero no de la “justificación de los caminos de Dios”.

[6] En 1,1-8 y 2,3 se hace una valoración de su carácter, también 29,12-16; 31,16-22; 31,13-15; los que se refieren a su fe 28,28; 31,1-12.

[7] Las afirmaciones realizadas por los amigos de Job coinciden con otras secciones del Antiguo Testamento. Lo que dicen se corresponde con lo que se suele llamar “enseñanza tradicional”. De ahí que Job pueda decir: “¿Quién no sabe tales cosas?” (12,3 NVI).

[8] El Salmo 8,4 (RVR1960) pregunta: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?”, mientras que Job 7,17-18 (RVR1960) cuestiona: “¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, y para que pongas sobre él tu corazón, y lo visites todas las mañanas, y todos los momentos lo pruebes?” Job convierte la sobrecogida pregunta del salmista en una acusación. Proverbios 13,9 afirma que “la luz de los justos se alegrará; más se apagará la lámpara de los impíos”, un sentimiento del que se hace eco Bildad (18,5), pero que es cuestionado por Job (21,17 RVR1960): ¡Cuántas veces la lámpara de los impíos es apagada, y viene sobre ellos su quebranto!

“Pero voy a decirles algo: es Dios quien me hizo daño, ¡es Dios quien me tendió una trampa! A gritos pido ayuda, pero nadie me responde, ni conoce la justicia”, Job 18, 6-7, Versión Traducción en lenguaje actual.

[9] Go´el tiene connotaciones legales, aplicado tradicionalmente a Dios (Éxodo 6,6; 15,13; Salmo 74,2; 77,15; Proverbios 23,10.11; Isaías 41,14; 44,24; 49,7.26; Jeremías 50,34) Algunos eruditos interpretan el “vindicador” de 19,25 en sentido de intermediario entre los seres humanos y Dios, igualmente que el “testigo” de 16,19. Job verá como Dios se pone de su parte y ya no se le opone.

[10] Job cree que Dios ha sido personalmente responsable de su propia existencia desde el momento de la concepción (compara el Salmo 139,13-16), pero también cree que su trato injusto también formó siempre parte del propósito secreto de Dios (10,8-13).

[11] La incapacidad que tiene el ser humano para descubrir la sabiduría de Dios está en consonancia con las palabras de Job en 9,10-12; 12,13; 26.14.

[12] Robert Gordis (1965:112-114) ofrece un punto de vista donde Elihú introduce en el libro la idea sobre que el sufrimiento puede ser para el justo una disciplina y una advertencia, una protección contra los pecados potenciales y latentes (cf. 33,16-30; 36,9-15).

[13] Todos los personajes del libro aceptan que Dios tiene un poder supremo, no podemos recurrir a la creencia de que hay algunas fuerzas sobre las que Dios tan sólo tiene un control limitado. No exculpa a Dios de la responsabilidad por el sufrimiento (cf. 42,11: “Todo aquel mal que Yahvé había traído sobre él”) como tampoco impugna la bondad de Dios: En su angustia Job cuestiona la coherencia y la justicia de Dios pero en ese momento Dios rechaza el dilema cuando le dice a Job: “¿Acaso invalidarás mi juicio? ¿Me condenarás a mí para justificarte tú?”.

[14] Otra vez: “Yo sé que mi Redentor vive” (19,25 RVR1960). Es este un pasaje del que a veces se afirma que Job sostiene la creencia en la resurrección. Job 14,7-17 presenta un cuadro de la muerte como algo irrevocable. Sin embargo, se ha leído en ocasiones como si contuviera algo así como una esperanza de resurrección. Con todo, el libro de Job carece de noción sobre la resurrección.

[15] Guía de Estudio Salmos y literatura sapiencial, Facultad SEUT, Unidad 12, Job: Teología y problemática, p. 28.

[16] C.S. Lewis, Una pena en observación, Editorial Anagrama, Barcelona 2023, p. 24.

[17] P. Tournier, Aprendiendo a escuchar, Publicaciones Andamio, Barcelona 2004, p.82.

[18] P. Tournier, op.cit. 1996, p.162.

[19] Salmos y literatura sapiencial, Facultad SEUT, Unidad 12, Traducción de Job 42,6, Pedro Zamora.

[20] P. Tournier, op.cit. 1996, p.154-155.

[21] Cuando leemos los discursos de Job para ver lo que él tiene que decir acerca de Dios, debemos tener en cuenta que su punto de vista está influido por su sufrimiento. Para él, Dios se está comportando como un adversario o enemigo (6,4; 13,24-27; 16,6-17; 19,5-22; 30,19-23). Dios es una presencia perseguidora de la que Job anhela verse librado (7,11-21), pero también puede hablar de Dios como alguien esquivo, ya que no hay manera de que Job pueda encontrarse con él para descubrir la causa de su sufrimiento (23,1-9).

[22] E. Buch, “When the leaves come falling down”, Alenar, https://emmanuelbuch.blogspot.com/2013/10/when-leaves-come-falling-down.html

[23] G. Gutiérrez, op.cit. Salamanca 1986, p. 149. En Job 19 el go´el es la persona quien se pone de pie cuando Job muere y, en su servicio fúnebre, le defiende. La tesis de Gutiérrez, “la esperanza le hace feliz” va en línea con lo expuesto anteriormente por Pedro Zamora, aunque más bien deba interpretarse como una queja. Y, por lo tanto, Job quiere ver a Dios para presentar su carga.

[24] P. Tournier, op.cit. 1996, p.154-155, 167.

[25] N. Elías, La soledad de los moribundos, Fondo de Cultura Económica, México 1987, p. 111, en E. Buch, Encuentros en la tercera planta. Apuntes pastorales sobre la relación de ayuda”, Alenar https://emmanuelbuch.blogspot.com/2014/02/encuentros-en-la-tercera-planta-apuntes.html

[26] E. Buch, “Encuentros en la tercera planta. Apuntes pastorales sobre la relación de ayuda”, Alenar, https://emmanuelbuch.blogspot.com/2014/02/encuentros-en-la-tercera-planta-apuntes.html

[27] P. Tournier, op.cit. 2004, p.86.

[28] C. Díaz, Del Hay al Doy, Editorial San Esteban, Salamanca 2013, en E. Buch, Ibíd.

[29] E. Buch, Ibíd. Como él mismo dice, esas palabras no son imaginarias o imposibles, reproducen las que muchas veces ha oído pronunciar en boca de otro; pero yo también en la suya, la de mi querido pastor, de otras tantas y diversas maneras, acompañadas siempre de un hacer coherente con ellas.

[30] P. Tournier, op.cit. 2004, p. 79.

[31] Ibíd., p. 85.

[32] La citación de Zofar 11,17 es interesante. Puede entenderse que recogerlo al final del texto incluye un consejo que nos pueda guiar en la consejería a personas que experimentan trauma. Pero no podemos pasar por alto que desde la perspectiva del libro de Job puede incluir algo de condena de parte de Dios al final. Es decir, es el consejo de Zofar (entre otros) que tanto denuncia Job. Véase las respuestas en Job 12.1.  En otras palabras, si se lee el consejo sin el contexto entonces parece maravilloso, pero, si se lee en su contexto literario y teológico no es un consejo que se debe aplicar ya que sigue la idea de que si alguien sufre es porque no sea justo. Con todo, podemos extraer una buena intencionalidad que apunta en la dirección de la bendición para quien confía en Yahvé.

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