Por mí y por todos mis compañeros y por mí primero.

Por mí y por todos mis compañeros, y por mí primero. 
Para "mis jóvenes", y para mi yo más viejo.



He encontrado al menos tres aspectos para vivir una vida en compañía de otros más allá de lo que nos ofrece el mundo, más allá de nuestra comodidad, intentando seguir el modelo del Evangelio, un modelo de entrega a los demás aun cuando lo poco o mucho que tenemos nos ha costado mucho conseguirlo. A veces la vida es un camino difícil de andar, lleno de obstáculos y momentos realmente peligrosos, por eso me gustaría poder encontrar al menos en estos tres principios una ayuda para caminar en respuesta a lo que hemos recibido.


DE QUIÉN NOS RODEAMOS

El hierro se pule con hierro; la persona, en contacto con su prójimo. Quien cuida una higuera come su fruto, quien vela por su amo recibe honores. Proverbios 27, 17.

Tal vez sea pronto para saber qué cosas os va a traer la vida, pero estoy seguro de que ya estáis viviendo situaciones en las que tenéis que tomar decisiones que pueden marcar el resto del camino. Si algo es seguro, y lo sabemos por experiencia de otros, es que la vida no es sencilla. El mero hecho de planificar vuestros estudios, qué queréis estudiar o a qué queréis dedicarnos es una incógnita, y desde luego no os lo ponen fácil. De una cosa sí que estoy seguro, es mejor estar acompañado.

Mejor dos que uno, pues obtienen mayor recompensa en sus fatigas. Porque, si caen uno levantará al otro. Uno puede ser vencido; dos, en cambio, resisten mejor; pues no se rompe fácilmente una cuerda de tres cabos. Eclesiastés 4,9.

Escuchamos con frecuencia aquello de “divide y vencerás”. Pero Dios nos dice que en la unidad somos más fuertes: “une y te multiplicaré”[i]. Tú ya te habrás dado cuenta, imagínate a alguien en medio de la calle frente a una multitud que viene hacia él. Por muy fuerte que sea, la multitud lo va a tirar. Cuidado, esto no quiere decir que debamos ir en la corriente en la que va todo el mundo, ojo. Dios nos ha llamado a no acomodarnos a este mundo y a ser transformados en su espíritu (Romanos 12), a ir contracorriente. Pero también nos dice que somos un cuerpo (1 Corintios 12), y que debemos apoyarnos unos a otros (1 Tesalonicenses 5,11) llevando también las cargas unos de otros (Gálatas 6,2). A los individualistas siempre les aplasta la multitud que viene en su contra.

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos. 2 Corintios 6,14.

Un yugo es una barra de madera que une dos bueyes el uno al otro y a la carga que tiran. Un equipo "en yugo desigual" tiene un buey más fuerte y uno más débil, o uno más alto y uno más bajo. El buey más débil camina más lento que el más alto o más fuerte, haciendo que la carga ande en círculos. Cuando los bueyes están en yugo desigual, no pueden realizar la tarea indicada. En vez de trabajar juntos, están en desacuerdo el uno con el otro.

Sabéis, vamos a tener la oportunidad de escoger a la gente que queremos tener a nuestro lado. Decimos aquello de que los amigos son la familia que uno escoge. Escojamos bien. Rodéate de gigantes espirituales, no de enanos mentales[ii]. Personas que te hagan crecer, que te inspiren a seguir tus sueños, a caminar en el camino de la verdad; personas que aporten a tu vida algo más que pasar un buen rato, que te reten, que te pongan frente al espejo de Jesús.

El apóstol Pablo invirtió gran parte de su vida en viajar predicando el evangelio y apoyando comunidades, pero otra buena parte de su trabajo fue animar y apoyar a aquellas personas que Dios había puesto en el ministerio. En algunos casos personas jóvenes como Timoteo: le animó a caminar en la fe (1 Tim. 1, 18), a no desatender su llamado (1 Tim. 3), a avivar su fuego (2 Tim. 1, 6-7), a esforzarse (2 Tim. 2, 1-2), a huir de la tentación (2 Tim. 2, 22) a llevar el evangelio (2 Tim. 4, 1-5). Timoteo estaba recibiendo consejos sobre cómo dirigir su vida de parte de alguien que no solo era un experto sino que era un gigante espiritual.

Un gigante espiritual no es alguien que va flotando sobre las nubes, ni caminando sobre las aguas mirando por encima del hombro a los demás. Es alguien que ha doblado sus rodillas y le ha entregado su vida a Cristo que SÍ es el gigante del universo. Es alguien que sabe que su vida sin Dios no vale nada, porque es Dios quien le ha dado un sentido y un propósito. Jesús dijo que si teníamos una fe del tamaño de un grano de mostaza le diríamos al monte que se echara al mar y sucedería. A veces no somos capaces de andar en esta fe pero Dios pone a nuestro lado personas, gigantes espirituales que nos ayudan a encontrar nuestra fe para andar nuestro camino.

Dejadme que os hable un poco de mí. Hace unos años, no mucho, pasé por una etapa que los expertos llamarían crisis de identidad: ¿A dónde voy? ¿Qué hago?, ¿Estoy invirtiendo bien mi tiempo?, ¿Quién soy?, ¿Tiene sentido lo que estoy viviendo? No encontraba respuestas para todas mis preguntas. Claro que creía en Dios y en lo que él hace por mí, pero no era capaz de poner en práctica la teoría; Que lo que sabía y de lo que estaba convencido se hiciera manifiesto en mi manera de vivir y de comprender la voluntad de Dios. Fue un tiempo duro donde me plantee muchas cosas. ¿Sabéis que hice? Fui a buscar a mi apóstol Pablo. Alguien que no solamente por su experiencia sino por la manera en que vivía su fe pudiera mostrarme como vivir la mía. Busqué gigantes espirituales. No porque fueran guays, o tuvieran su vida resuelta, o tuvieran las respuestas para todas mis preguntas. Eran gigantes espirituales porque vivían en la fe, en la certeza de que hay un Dios que los ama y su vida debía demostrar lo que creían; vivían conforme a lo que creían.

No os engañéis, las malas compañías corrompen las buenas costumbres. 1 Corintios 15,33.

Quien anda con sabios acaba sabio, el que se junta con necios acaba mal. Proverbios 13,20.

Por eso te digo que si vas a escoger a la gente que está a tu alrededor, no escojas chismosos, ni haters, gente descuidada, poco amable, gente poco esforzada, vagos, que solo piensan en sí mismos; que no tienen un propósito. Con frecuencia vemos como la gente evade sus responsabilidades: “no fue culpa mía”, “ah, pero yo no sabía”, “no está en mi mano”, “a mí también me hicieron daño”. Echan la culpa a otros y fabrican argumentos para justificar su propia miseria. Gente que se queda durmiendo el domingo pero que la noche anterior salió de fiesta; o viendo todo el día la televisión asombrados por la acción de las vidas en la ficción diciendo: “que vida más aventurera” desde el sofá de su casa. Gente que sueña con el fin de semana, gente que lo deja todo para mañana y se queja por todo pero no ofrece nada ni nada hacer para cambiarlo. Gente que se cree mejor que otros pero sus hechos dicen lo contrario. Y volver a entendedme bien, no estoy hablando de crear una élite de gente preparada, exclusiva, supermega espiritual, NO. Hablo de ti, de tu vida, de saber discernir lo que es bueno de lo que no lo es, de lo correcto, de levantarte del sofá y dar un paso más. Dios nos ha llamado a ser sal y luz, sí, pero también nos dice que sobre toda cosa guardada, guardes tu corazón; porque de él mana la vida (Proverbios 4, 23). Por eso te pido por favor, que escojas bien. Y si tú eres uno de estos, no te quejes cuando la miseria llame a tu puerta y haga raíces en tu vida. Rodéate de gigantes espirituales que te pongan en el disparadero, que enciendan tu mecha cuando no te quede fuego.


NO TE ACOMODES

El perezoso nunca logra asar su caza, no hay mayor riqueza que una persona diligente. Proverbios 12, 27.

La vida no es tan larga como nos pensamos. No es una postura pesimista, entendedme bien. Pero pasarse la vida esperando a que pase el autobús, es un rollo. En la Biblia también tenemos ejemplos de personas que pasaban el tiempo sin hacer nada y personas que salieron de su tierra para encontrar la voluntad de Dios[iii]. Todos conocéis la historia del rey David:

En la época en que los reyes salen de campaña, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel para aniquilar a los amonitas y poner cerco a Rabá. David, en cambio se quedó en Jerusalén. Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio, y desde allí vio a una mujer que se estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa, por lo que David mandó que averiguaran quién era, y le informaron: “se trata de Betsabé, que es hija de Elián y esposa de Urías el hitita”. Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia y, cuando Betsabé llegó, él se acostó con ella. 2 Samuel 11.

David debía haber ido al frente de la batalla a guiar a su ejército, pero en cambio se quedó en el palacio desatendiendo su responsabilidad. David se levanta por la tarde, actúa de manera irresponsable, está ocioso y obra mal. Las mayores trastadas que yo hice cuando era pequeño era cuando no tenía nada que hacer. No es que debamos ocupar nuestro día a día con mil actividades, otros mil ministerios en la iglesia, de aquí para allá. No, no es eso. Pero no te acomodes, no dejes la silla caliente, no te duermas en la silla esperando que suceda algo increíble que digas “esto sí que me gusta, me apunto”. Dice una canción:

Hay vidas opacas, tristes y oscuras.
Vidas que brillan como la luna,
Vidas que huelen a menta y canela,
Vidas que apestan hasta el que las lleva. [iv]

Si tuvieras que elegir seguro que no quieres ser de los de las vidas opacas, tristes, oscuras, de las que apestan.

Me encantan las patatas fritas del Burguer King; no son nada saludables y si mi médico me viera comérmelas me regañaría seguro. Pero me encantan. Recuerdo un día que volvía del trabajo y me apetecía comprar unas patatas del Burguer King. Pase con el coche y compré dos de esos paquetes gigantes de patatas. Me acabé el primero en el coche llegando a casa; para el segundo paquete ya no podía más y dije: "esto me lo dejo para esta noche y ya está". Cuando fui por la noche a por las patatas, no os digo como estaban; eso no había quien se lo comiera. Estaban duras y blandas a la vez. Las patatas se fríen y se comen, no las puedes dejar para luego. Con nosotros pasa algo parecido: Si te quedas ahí parado, te estropeas. Si esperas que las cosas vengan del cielo, lo único que te va a caer será una bronca de tus padres. Dios te ha creado para un propósito mayor y si no lo buscas estás deshaciendo el plan original, perfecto, que Dios pensó para ti. Estás perdiendo la oportunidad de disfrutar de las patatas recién hechas. Claro que puedes equivocarte, donde no te vas a equivocar nunca será sino haces nada, te quedas parado, acomodado en tu pequeño espacio maloliente.

Ya sabéis la anécdota de la rana y el agua hirviendo: si intentas meter una rana en un olla de agua hirviendo, en cuanto la rana toque el agua saltará para no quemarse; pero si la pones en un agua adaptada, donde la rana se sienta cómoda y empiezas a calentarla, cuando la rana se quiera dar cuenta, se habrá cocido a fuego lento. No te cuezas a fuego lento. Pídele al Señor que te muestre lo que él tiene para ti y anda en esa dirección, pero al menos anda, camina.

Recuérdate siempre que estás hecho para las alturas. Dios no cuida de los ángeles, no tiene un plan de salvación para ellos[v]. Cuando se volvieron contra él, él no pensó cómo iba a salvarlos. Contigo es distinto. Mandó a su Hijo a morir por ti porque te ama y nadie ha visto, ni ha escuchado, ni ha imaginado las cosas que Dios ha preparado para los que le aman (1 Corintios 2, 9).

Os hago una confesión: desearía estar ardiendo siempre por Jesús; sentir una pasión perpetua, más allá de las emociones, sin fingimientos, ser como esa patata crujiente y sabrosa permanentemente; que haya en mí un espíritu constante de quebrar mi voluntad para hacer la suya. El primer paso que tengo que dar es levantarme de la silla y escuchar el sonido de la trompeta llamándome a la guerra y responder: Heme aquí, heme aquí. Listo para la batalla.

David actuó negligentemente y eso trajo consecuencias para su vida. Pero Dios da segundas oportunidades, y terceras, y por qué no cuartas también. David fue corregido por Dios a través del profeta Natán, y David se reconoció como pecador y entendió que lo que había hecho no agradaba a Dios (2 Samuel 12). El libro de los Hechos recoge un discurso del apóstol Pablo en el que habla de David:

He encontrado a David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mí corazón. Hechos 13,22.

Palabras en eco con 1 Samuel 16,7:

No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.

¡Es tiempo de cambiar! ¿Quién quiere ser como ayer? Vive en crecimiento. Antes de querer cambiar de móvil, cambia de hábitos. Antes de querer cambiar el mundo, cambia tu cuarto. Ya ha cambiado el tiempo, la tecnología, la manera de estudiar, de relacionarnos, el mundo todos los días cambia, todo ya cambió. ¿Y tú cuándo vas a cambiar? Apunta a las alturas, levántate de la cama, camina; y si tienes dudas, aférrate a las promesas de Dios, a sus oportunidades. Mañana volverá a salir el sol, sí, tal vez detrás de las nubes o detrás de la lluvia, pero va a salir. Levántate y camina. Ya se acabó el tiempo de recibir leche y de estar acomodado, toca salir a la batalla. Encuentra la voluntad de Dios para tu vida; pero una cosa te aseguro, la travesía continua, no se acaba aquí. No te quedes atrás.


COMPROMISO

“Solo tú puedes decidir qué hacer con el tiempo que se te ha dado”[vi].

Vivimos en un tiempo en el que todo es rápido, lo queremos todo ya, lo necesitamos. Esto es verdad, tal vez no os hayáis dado cuenta pero es así. Yo recuerdo cuando empecé a tener internet en casa y un ordenador, la era de los Pentium y demás, que si te querías conectar a internet no podías usar el teléfono de casa. Si estabas en internet y alguien descolgaba el teléfono, lo más probable era que la conexión se perdiera y hubiera que empezar de nuevo. El primer teléfono móvil que tuvo Sara era como un zapato de gordo y la pantalla como de un dedo de ancho. Si ella estaba escribiendo un mensaje de texto y alguien llamaba o le hacía una llamada perdida, el mensaje se borraba. Ahora, cuando cogemos nuestro Smartphone de última generación con 4G o 5G y entramos en Google y tarda unos segundos más de la cuenta, ¡nos volvemos locos! Y si queremos algo, pedimos un Gloovo.

Al final, sin darnos cuenta, hemos creado una cultura de la comida rápida, de todo a la carta. Y en última instancia lo que queda es una absoluta incapacidad para ser pacientes, para esperar y en definitiva, una incapacidad para comprometernos. Compromiso, ¡qué palabra! Algunos no la habrán dicho en su vida.

Normalmente cuando hablamos de compromiso o de comprometernos una de las imágenes más recurrentes que nos viene a la mente es la de casarse, y hablamos de que los novios se comprometen. En nuestra cultura, cuando el novio pide matrimonio a la novia se espera que le regale un anillo de compromiso, que es distinto al anillo que se entregaran el uno al otro el día de la boda. Desde muy antiguo, el anillo ha sido utilizado como un símbolo para cerrar acuerdos, no solamente en matrimonio. La circunferencia que forma el anillo también nos habla de algo que no tiene principio ni fin; así como Dios es eterno, el compromiso que realizan dos personas al casarse se espera que sea eterno. El anillo es redondo, pero también es hueco. Hay un vacío que ocupamos con nuestro dedo. El anillo simboliza ese compromiso y al introducirlo en mi dedo doy valor a ese compromiso.

La Biblia nos habla también de la simbología de los anillos y nos da algunas pistas. Podemos ver en Génesis 41, 38-43 como el faraón pone un anillo a José otorgándole autoridad para gobernar en Egipto. En Lucas 15 Jesús enseña a través de parábolas y cuenta la historia sobre el hijo perdido y de como a su vuelta, el Padre le pone un anillo en el dedo y sandalias en los pies, como símbolo de una restauración.

Los anillos de boda, por otra parte, suelen ser de oro, el metal más precioso. El oro está relacionado con los reyes. Cuando los sabios de oriente llevan regalos ante Jesús en Belén le ofrecen oro, incienso y mirra (Mateo 2,11): tres regalos que señalan a Jesús como Rey, como Dios y mediador y como sacrificio. Porque os cuento todo esto. Hay tres factores, tres características por las que nos cuesta tanto tomar un compromiso:
  1. Es un pacto.
  2. Apela directamente a nuestra voluntad.
  3. Simboliza quienes somos
Tomar un compromiso con alguien o por algo significa asumir un riesgo, apostarlo todo a una mano. Significa olvidarse de uno mismo y desviarse del camino para caminar con el otro. Fijaos, tal vez hoy más que nunca tenemos los medios para prevenir malas conductas, el bullyng, el acoso, para prevenir enfermedades; pero no tenemos los medios para desafiarnos y comprometernos. De hecho, sin daros cuenta, vosotros los más jóvenes estáis viviendo una cultura en la que se os libera, se os exime de cualquier compromiso: “bueno no tienen medios económicos, no tienen trabajo, están estudiando, la sociedad no les ayuda, no hay oportunidades”. ¿El resultado? Una sociedad irresponsable que no sabe aceptar las consecuencias de sus actos. Y si miramos dentro de la iglesia, en ocasiones, peor aún: un cuerpo que no es capaz de tomar el ejemplo de quien dice seguir. Ser comprometidos no significa solamente estar por y para alguien, o por una idea, una ideología política.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del Cielo. Si alguno come de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. [...] Entonces, oyéndole muchos de sus discípulos, dijeron: "Dura es esta enseñanza, ¿quién puede escucharla?" [...] Desde entonces muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él. Entonces Jesús dijo a los doce: "¿También vosotros queréis marcharos?" Le respondió Pedro: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros hemos creído y conocido que Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". Juan 6,48-69.

Comprometerse implica voluntad. Voluntad. La voluntad no se rige por la temperatura del corazón, sino por la fortaleza del espíritu. Yo amo a mi esposa, me he comprometido con ella; y pongo toda mi voluntad para que esto siga siendo así: he decidido amarla. Con Cristo pasa lo mismo. Pero hay un factor que no podemos olvidar, y es que él siempre nos pide una milla más; y ya no solo debemos comprometernos con aquellos que están a nuestro lado, nuestro prójimo, sino también debemos comprometernos con Dios por aquellos que no conocen a Jesús, que viven en oscuridad, sin esperanza. Porque seamos honestos, yo sé dónde iré cuando muera, ¿Tú lo sabes? ¿Lo sabe tu vecino, tú compañero de clase, tu hermano/a, tu papá/mamá, tu novio? Nuestro compromiso no solo debe ser un pacto eterno, además debe ser intencional, donde pongamos nuestra voluntad para regir nuestras vidas a la manera de Cristo, encajar en su molde eliminando todo lo que nos sobra.

Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Lucas 15,22.

Cuando tomamos un compromiso con alguien formamos parte de algo nuevo. Cuando dos novios se comprometen forman un matrimonio, una nueva creación. Si te has comprometido con Cristo y sigues siendo igual, algo no has hecho bien.

Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5,17.

Lo repito, cambia. Tal vez esto te suene mal, pero si eres de los que dicen “si me va amar, que me ame como soy”, pero eres grosero, mentiroso, no te cepillas la boca, no trabajas y parece que te acaban de sacar de la ropa sucia, eres prepotente, y haces promesas que no vas a cumplir porque ni siquiera eres capaz de sujetar la puerta para que pasen delante de ti, no eres detallista, no tienes un plan, una pasión, lo siento, pero no esperes que nadie te quiera como eres. Dios te aman por quien eres, y él quiere poner ese anillo en tu dedo diciendo: “este es mi hijo amado”. Pero estoy seguro que Dios se entristece cada vez que te revuelcas en el barro y deseas comer la comida de los cerdos[vii]. Porque él sabe quién eres, y él ya se ha comprometido contigo.

Yo estoy seguro de que Jesús murió por amor en aquella cruz, porque si hubiera tenido que valorar todos los factores antes de ser crucificado, no lo hubiera hecho. Las dudas, el temor, la soledad, la angustia, la traición, el castigo, los insultos, el abandono, el dolor. Pero sabes, él te miro y decidió que valía la pena, valía la pena comprometerse contigo. ¿Cómo vas a responder ante este amor?


La Comunidad del Anillo, Conferencia pronunciada para el Grupo de Jóvenes1 en la Iglesia Cristo Vive Madrid, 2 de Febrero de 2019.



[i] Génesis 17,6-8; 26,4; Hebreos 6,14.
[ii] Daniel Habif, Rodéate de gigantes espirituales.
[iii] Génesis 11-12.
[iv] Vidas, Revolver, álbum 8:30.
[v] Hebreos 2,16.
[vi] Gandalf, La Comunidad del Anillo.
[vii] Lucas 15, 16.

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