Dime

Aquí estoy de nuevo, en este viejo banco,
viejo amigo desgastado.
En mis manos el reloj, el tiempo en las tuyas.
Segundo a segundo, persigo las horas que nunca cesan pero que nunca alcanzan el deseo de mis pies.

Viejo amigo desgastado.

Aquí estoy otra vez, ¿me ves?
Sentado sobre la quebrada madera,
miro tus grietas eternas y en lo marrón de tu astilla
encuentro mi aguijón.
No entiendo tu color ni el porque de la espera
y en un momento me vuelvo y me pregunto si me ves.

Permaneces ahí, en silencio, frío silencio.
Ves las hojas caer, la lluvia llegar y el madroño florecer.
Me siento a esperar sin el tiempo sujetado
con la esperanza entre las manos
de que al fin escuches mi reclamo.

Viejo amigo despistado.

Y tú sigues tan inmóvil, madera y hierro, oxidado y roto.
Y yo aquí sentado, en la espera me he quebrado.

Dime si el frío te hizo daño para quedarte así de helado.
Dime si el viento rozó tu suave madera
para dejarte así mermado.
Si viste pasar el día sin saber cuándo acabaría.
Dime si la noche fue tan oscura que solo conociste dudas.
Dime si el tiempo que contamos se nos escapa de las manos, mi viejo amigo desgastado.

Ya ves que fácil sería tenerlo todo controlado,
ser el dueño, ser el amo, del destino deseado. 
Clavado en una acera lo ves todo de este lado,
a la sombra de aquel árbol que yo siempre he regado. 
Mis deseos te he contado cada tarde aquí sentado
y esperando una respuesta la noche me ha llegado.

Viejo amigo, improvisado.

No soy de los que guarda reproches, ni quejas, ni llanto,
y aún en los peores trances siempre vuelvo a tu banco.
Pero me pregunto si me ves pues hago para que me sientas y me cuentes si es tu madera la razón de mi ceguera.
Temo al tiempo, al de tu reloj y al de este momento,
que pasa sobre mí y me desgasta, me resquebraja,
como a la madera de este banco que siendo blando se hizo piedra.

Niego ser tan férreo, pues hay más humano en lo tierno. Pero a veces el rígido tiempo, con sus agujas a destiempo no me dejan ver lo hermoso de la demora,
que aún en esta hora no me he sentado solo bajo la sombra del madroño que yo he regalo porque tú lo has sembrado.

Amigo, viejo herido.

Y yo sigo tan inmóvil, duda y miedo,
mi corazón oxidado a fuego.
Y tú aquí clavado, ni en la madera te has quebrado.

Dime si el sol sobre tu espalda calienta igual mi alma.
Dime si el dolor de mi anhelo es la razón de tu desvelo.
Si viste pasar el día sin saber cuando clamaría.
Dime si aún dudas que mi vida daría por la tuya.
Dime si el tiempo que contamos lo recoges en tus manos.

Dime si algún día habrá en mi mano
lo que mi corazón ha deseado.
Si es en tu regazo donde encuentro mi consuelo, 
porque no hay para mi cansancio otro sitio que tu banco.
Dime que no será lo que yo quiero
por que prefiero tu empeño.
Dime si será tu voluntad el descanso de mi sueño.

Dime, viejo amigo deseado.
Dime, nueva vida en este banco.

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